El "gancho" de la nueva ley, que facilita la residencia a los extranjeros que compren inmuebles por más de 500.000 euros y un ajuste de precios más intenso que el de los vecinos europeos, han convertido a España en un reclamo para los inversores chinos que buscan sacar su dinero fuera.
A esto hay que sumar como reclamo el elevado precio de los pisos en el país asiático, que llega incluso a triplicar el precio medio de España, o la imposibilidad de comprar más de una vivienda por persona.
Aunque el volumen de las adquisiciones no es tan llamativo como el que desembolsan otros extranjeros, en especial rusos y árabes, (muy enfocados al mercado costero español de "lujo"), el potencial de los inversores chinos ha obligado a muchas consultoras que operan en España a crear divisiones específicas para asesorarles y a traducir sus anuncios al chino.
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